El poder político de los monarcas cada vez se fue fortaleciendo mas, hasta que en el s. XVII se elimina cualquier representatividad, dando lugar a las monarquías absolutas, que tendrán como características una dirección férrea, abundantes medios para sostenerla y resignación de la sociedad a cambio de cierto orden y progreso.
Culturalmente este siglo resulta brillante, destacando a personajes de la talla de Descartes, Spinoza y Leibniz, que desarrollaron el racionalismo. En Inglaterra, destacan empiristas como Francis Bacon y David Hume, mientras que en el terreno de la ciencia política Thomas Hobbes y John Locke intentan formular teorías políticas que se fundamenten racionalmente en el concepto de naturaleza humana y mantienen que el Estado debe constituir un poder moderador que sirva para garantizar los derechos a la vida, la libertad y la propiedad.
En poesía y novela destacaron Góngora, Marini, Quevedo, Gracián, Milton y Cervantes. En teatro Corneille, Racine, Molière, Shakespeare, Lope de Vega y Calderón de la Barca.
La multiplicación de géneros musicales hacen de este siglo, el siglo en el que aparece la música moderna: Vivaldi y Monteverdi destacarán en Italia.
Aunque se empleó este estilo para persuadir al espectador y exaltar su fe hacia el catolicismo, nos vamos a encontrar un repertorio formal basado en el movimiento con infinitas curvas. Desaparece la pureza lineal para dar paso a la variación óptica, conseguida mediante la utilización de la luz que al incidir sobre superficies dinámicas altera su aspecto. Elipses, parábolas, hipérbolas, cicloides, hélices van a sustituir al perfecto equilibrio del medio punto romano.
La escultura se va a basar en la aproximación a lo real con un cargado carácter efectista y con un verdadero interés naturalista. Si Miguel Ángel supuso la más alta expresión del movimiento contenido, ahora el movimiento se dispara hacia fuera en miembros y ropajes de los personajes.
En pintura, su vinculación a la realidad es también consecuencia de una evolución estilística; el antinaturalismo del manierismo se agota y los artistas vuelven a la realidad y a la naturaleza. El color va a predominar sobre el dibujo en unas composiciones asimétricas y atectónicas. La pintura barroca es la pintura de la vida y ésta no puede representarse bajo formas estáticas. Las figuras son inestables, anteponiéndose la turbulencia a la quietud. La forma se subordina a la luz, desvaneciéndose en algunas ocasiones por debilidad o intensidad del centelleo luminoso. Luz y sombra van a dibujar la forma con gran precisión.
La escultura y la pintura se van a acoger a la arquitectura, llegándose a una verdadera simbiosis de las artes.